Para quien sea lector habitual de este blog, encontrará que la reflexión de hoy no se aleja demasiado del mensaje de base que sostiene la filosofía de En una cita: para ser feliz no basta con creer, sino que hay que crear también. Es un mensaje que de cuando en cuando trato de rescatar de entre las pilas de citas célebres y reflexiones sobre salud emocional que leo cada día porque me parece que corren tiempos en los que toca arremangarnos, arriesgar y ponerse manos a la obra.
Perseguir la felicidad está muy bien. Y no lo digo con ironía, sino como un buen síntoma. Quien persigue la felicidad está dando por hecho que ésta existe, con lo cual ya es un comienzo. Matizar este detalle me parece importante porque por desgracia sigue habiendo muchas personas a las que eso de ser feliz les parece una utopía, algo de película pastelona que solo sucede en la pantalla de la televisión. Yo no solo no creo que la felicidad sea una utopía sino que sé que constituye la principal razón por la que estamos aquí. De lo contrario, ¿qué sentido tendría vivir?
Ahora bien, perseguir la felicidad conlleva un riesgo bastante importante, y es el de pasarnos la vida corriendo detrás de algo que se nos escapa de las manos, algo así como las carreras del Coyote para alcanzar al escurridizo Correcaminos. Buscar la felicidad eterna o la que se presenta solo en forma de grandes acontecimientos o noticias puede hacer que nos perdamos la felicidad que habita en los pequeños detalles y momentos, y sobre todo, puede hacer que vivamos sin darnos cuenta de que la felicidad, independientemente de las circunstancias, la tenemos que generar nosotros.
Supongo que ahora la pregunta sería, ‘si, claro, pero eso no es fácil’. Y es verdad. Tener la capacidad de crear nuestra propia felicidad, de responsabilizarnos a nosotros mismos por el grado de salud de la que ésta goza no es tarea fácil. Pero si lo pensamos con la cabeza ¿qué otra alternativa podríamos tener? ¿Esperar a conseguir el trabajo, la vida, la casa o la pareja de nuestros sueños? ¿Y cómo sabemos que todo eso no lo tenemos ya y que el único motivo por el que no lo vemos es porque seguimos obcecados con esa idea ilusoria de esperar a que todo sea perfecto, de que la felicidad tiene que venir a nosotros, como una noche de racha en una casino de Las Vegas?
Vivir persiguiendo la felicidad es una opción sí, pero a mi forma de ver peca de ser bastante pachorrona e idealista. Empezar a tomar conciencia de la capacidad que tenemos para crear nuestra propia felicidad es otra bien distinta, nada fácil ni sencilla, pero con mayores garantías de conseguir una plenitud mayor para todo aquel que no se quiera pasar la vida agonizando como el Coyote. En tus manos está.